domingo, 14 de febrero de 2010

Chalet Güell del Clot del Moro y ermita de San Jaime


En el municipio de Castellar de N'Hug, en una zona llamada el Clot del Moro, Eusebi Güell encargó al arquitecto Rafael Guastavino, a finales del siglo XIX, la construcción de la primera fábrica de cemento portland en Cataluña: la fábrica Asland.

Ésta es una zona de piedra calcárea, por lo que para su construcción se usaron ladrillos y mortero de cal, de ahí su inusual color blanquecino, muy poco usado en construcciones industriales y que ahora, en estado semiderruido, le confiere un aspecto fantasmal imponente que acrecienta la sensación de abandono, pese a albergar un museo en su interior.

La fábrica está construida aprovechando la pendiente de la montaña para minimizar los costes de energía y esfuerzos en el transporte y se organiza en trece escalones. Destaca en la construcción el uso de la bóveda catalana sobre estructuras de hierro forjado, algo muy poco habitual en una fábrica pero cuya utilización el arquitecto estaba intentando difundir en los Estados Unidos.


En un principio los obreros iban a la fábrica andando desde la cercanas poblaciones de la Pobla de Lillet y Castellar de N'Hug, pero se construyeron varios edificios que conformaron una pequeña colonia para que vivieran los jefes de la empresa y posteriormente el resto de trabajadores.

La fábrica funcionó desde 1904 hasta el año 1975, momento en el que se vendió la maquinaria como chatarra, por lo que hubo que demoler parte del edificio para sacarla de su interior.

La Generalitat de Cataluña adquirió en 1996 el terreno de la fábrica y alrededores por un simbólico precio que no llegó a las quinientas mil pesetas (alrededor de tres mil euros).

Actualmente la fábrica se ha convertido en un museo en el que se explica el proceso de fabricación y descubrimiento del cemento Portland, así como el uso del cemento en la construcción. Sin embargo nuestra intención no es hablar tanto de la fábrica como de dos de sus edificaciones anexas que han ido cayendo en el olvido con el paso de los años: el chalet Güell (no confundir con el cercano chalet de Catllaràs) y la ermita de San Jaime.

El chalet Güell (1904) fue hogar de Eusebi Güell y el edificio donde se alojaba a altos cargos de la empresa y otros visitantes importantes de la fábrica. Fue en él donde estuvo almorzando Alfonso XIII el 1 de noviembre de 1908 junto a otras autoridades del gobierno de la época. Al igual que muchos otros visitantes, el rey supuso que el chalet era una creación de Antoni Gaudí, a lo cual el conde de Güell le aclaró que en realidad era obra de Antonio Mª Homs1.

Dicho chalet está situado a escasos metros de la factoría y actualmente se puede intuir su fantasmagórica silueta entre la vegetación de la zona, irguiéndose regia, resistiéndose a desaparecer entre la bruma del tiempo y el olvido.

Está en un deplorable estado de conservación y protegido solo por una endeble valla metálica que los vándalos o quizá los turistas curiosos han destrozado para abrirse paso, ya que si la fábrica es un edificio completamente sorprendente, las ruinas del chalet de los Güell lo son todavía más. Su visión sigue cautivando la mirada del espectador permitiéndole entrever sus tiempos de esplendor.

Dado el penoso estado actual de la casa y del conjunto en general, aún habiendo sido declarada la fábrica y su entorno bien cultural de interés nacional en la categoría de monumento histórico en 2005, hemos creído conveniente ilustrar esta entrada con fotos antiguas del chalet en sus tiempos de esplendor.




Muy cerca del chalet podemos encontrar la capilla dedicada a San Jaime (1924) que, al igual que el chalet, está en estado de abandono, cerrada al público y protegida por una valla metálica que ya no protege.

Dicha ermita se construyó en conmemoración del 20 aniversario de la puesta en marcha de la fábrica, el día de San Jaime. Juan José Ferrer-Vidal Güell, barón de Güell, le encargó un boceto a Nicolás Rubio Tudurí siguiendo la arquitectura románica pirenaica y delegó en Patricio Palomar Collado la ejecución de la obra.

Se escogió para su interior una reproducción del altar, la mesa y el baldaquino de la iglesia de San Sadurní de Tavérnoles. Las tejas fueron proporcionadas por habitantes del pueblo encantados de renovar sus tejados y el enlosado de la ermita se sacó de las losas de la plaza mayor a cambio de un pavimento de cemento.

Nicolás Rubio Tudurí que se había ido a Africa de safari, a su vuelta quedó muy satisfecho de "su obra" en la que sólo había participado en los esbozos. Podéis encontrar leer más al respecto en éste artículo de Patricio Palomar Collado.

Durante la guerra civil y la consiguiente quema de iglesias se logró, gracias a la pericia de Juan Fiol, poner a salvo el baldaquino y reponerlo al final de ésta. No así el frontis del altar y una magnífica cruz de plata y piedras que desaparecieron para siempre.

Es una pena que un conjunto histórico tan importante no reciba un mantenimiento, una divulgación y más protección de las autoridades competentes.

Pendiente nos queda una visita al famoso chalet de las minas de Catllarás, esta vez sí obra de Antoni Gaudí, pero completamente reformado y ocupado actualmente por una casa de colonias.


1Una de las cosas más curiosas de dicho chalet es su autoría que no queda del todo clara, pudiendo encontrarse varios textos atribuyéndosela a varios arquitectos.
Hemos encontrado un texto de 1968 donde se atribuye a Antonio Mª Homs, otro de 1971 donde se adjudica a Eduard Ferrés i Puig y a Lluis Homs Moncusí y otro de 1982 donde se cita a Ignacio Oms Ponsà. ¡Todos ellos dentro del mismo diario!



Enlace:
Castellar de N'Hug en L'enciclopèdia (catalán).